Caso Restrepo: Ecuador no era una isla de paz
MARTÍN CÚNEO (QUITO, ECUADOR) / FOTOS: EDU LEÓN (DIAGONAL)
En enero de 1988, los hermanos Restrepo, de 14 y 17 años, desaparecieron en manos de la policía. La lucha de 23 años de esta familia consiguió derrotar las maniobras de encubrimiento de todo el Estado ecuatoriano y condenar por primera vez en la historia del país a policías y altos cargos por un caso de violación de derechos humanos.
Pedro Restrepo llevaba viviendo en Quito desde principios de los años ‘70 con su esposa Luz Helena Arismendy y sus hijos Carlos Santiago, Pedro Andrés y María Fernanda. Ni en su Colombia natal ni en su Ecuador adoptivo había asistido jamás a una manifestación, ni había experimentado la menor simpatía por cualquier expresión reivindicativa.
Con una posición económica holgada, se sentía más bien representado por las ideas políticas de la derecha y las promesas de mano de dura del Gobierno de León Febres Cordero, que asumió la presidencia de Ecuador en 1984. De hecho, llegó a acudir en alguna ocasión con sus hijos de la mano a uno de sus multitudinarios mítines. No se imaginaba que cuatro años después sus hijos varones, de 17 y 14 años, desaparecerían a manos de la policía de este dirigente de ultraderecha.
Durante los siguientes 23 años lo dejó todo para dedicarse a encontrarlos, desenterrar la verdad sobre qué pasó en aquellos días de enero de 1988 y conseguir una condena para los culpables. Pedro Restrepo entendió pronto que esto no sería posible sin enfrentarse contra todo el aparato del Estado. Pero también contra el muro de silencio de un país que se enorgullecía de ser una “isla de paz” entre las convulsionadas repúblicas latinoamericanas.
María Fernanda Restrepo, la menor de los hermanos, estrenaba en Ecuador a mediados de septiembre de 2011 el documental Mi Corazón en Yambo, donde recupera la memoria de la familia, el asesinato y desaparición de sus hermanos y la larga lucha por la verdad y la justicia. El presidente Rafael Correa, poco después del estreno, anunció que ofrecería nuevas recompensas para encontrar los cuerpos de Santiago y Andrés, en paradero desconocido hasta hoy, a la vez que ordenaba reabrir la investigación. “En la película sale que todavía hay policías involucrados en el caso Restrepo en el servicio activo y eso es inaceptable”, declaró Correa.
La desaparición
El domingo 10 de enero de 1988 Pedro Restrepo y Luz Helena volvieron de unas cortas vacaciones en Bahía Caráquez, en la costa ecuatoriana. Desde el viernes no tenían noticias de sus dos hijos varones. Lo único que se sabía es que el viernes a primera hora habían salido con el coche, una camioneta Chevrolet Trooper, placa PHD-355, para dejar a María Fernanda, entonces de diez años, en el colegio. Después de pasar por casa volvieron a salir cerca de las 9.30 hs para recoger a un amigo en el aeropuerto. Pero nunca llegaron a la terminal. Pedro Restrepo nos recibe en su casa de Miravalle, en el valle de Tumbaco, a diez minutos de Quito. Las fotos y los dibujos de los hermanos hablan de tiempos felices, pero ya muy lejanos. Ahora que han pasado 23 años es posible hacer una reconstrucción de qué pasó en aquellos días, aunque sigue habiendo más lagunas que certezas. Aquel viernes 8 de enero, la camioneta fue detenida en algún control policial entre la casa familiar y el aeropuerto. Según Pedro Restrepo, sus hijos pasaron por varios centros de detención. El testimonio de Hugo España, un policía que ejercía sus funciones de carcelero en el Servicio de Investigación Criminal (SIC), permitió reconstruir parte de lo qué pasó aquella noche.
El domingo 10 de enero de 1988 Pedro Restrepo y Luz Helena volvieron de unas cortas vacaciones en Bahía Caráquez, en la costa ecuatoriana. Desde el viernes no tenían noticias de sus dos hijos varones. Lo único que se sabía es que el viernes a primera hora habían salido con el coche, una camioneta Chevrolet Trooper, placa PHD-355, para dejar a María Fernanda, entonces de diez años, en el colegio. Después de pasar por casa volvieron a salir cerca de las 9.30 hs para recoger a un amigo en el aeropuerto. Pero nunca llegaron a la terminal. Pedro Restrepo nos recibe en su casa de Miravalle, en el valle de Tumbaco, a diez minutos de Quito. Las fotos y los dibujos de los hermanos hablan de tiempos felices, pero ya muy lejanos. Ahora que han pasado 23 años es posible hacer una reconstrucción de qué pasó en aquellos días, aunque sigue habiendo más lagunas que certezas. Aquel viernes 8 de enero, la camioneta fue detenida en algún control policial entre la casa familiar y el aeropuerto. Según Pedro Restrepo, sus hijos pasaron por varios centros de detención. El testimonio de Hugo España, un policía que ejercía sus funciones de carcelero en el Servicio de Investigación Criminal (SIC), permitió reconstruir parte de lo qué pasó aquella noche.
“Fueron conducidos a una cárcel de la policía, el SIC”, cuenta Pedro Restrepo, “allí fueron torturados y seguramente asesinados. Hugo España vino a reafirmar todo lo que nosotros sospechábamos desde un principio”. El mismo lunes 11, mientras Pedro Restrepo y Luz Helena llamaban a los amigos de los hermanos, a los hospitales y a las distintas comisarías, no se podían imaginar que en el Ministerio de Gobierno “se discutía lo que estaba pasando con estos niños” en una reunión de alto nivel. Pedro Restrepo habla con voz baja y grave: “Es muy seguro que allí se decidió la muerte del segundo niño”. El primer asesinato fue producto de la brutalidad policial en medio de un interrogatorio. El segundo, de una decisión política en las más altas instancias del gobierno. No podía haber testigos. Todos los mecanismos del Estado se conjuraron para que nunca se supiera.
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